La revista Concepto habló con este diseñador europeo que se ha separado de los esquemas convencionales.
Irreverente, visionario, ingenioso, vanguardista… son muchos los adjetivos que hacen juego con el estilo de Philippe Starck, pero sin duda el que mejor le calza es innovador. Este diseñador industrial, nacido en París, en 1949, estudió en esta misma ciudad en la escuela de Nissim de Camondo.
Su arquitectura de interiores, salida por completo de lo corriente, expresa una puesta en escena sugestiva y hasta cierto punto provocadora, plenamente visible en prestigiosos hoteles como el Royalton de Nueva York y el Sanderson de Londres.
Los proyectos de Starck no son solo la manifestación clara de un concepto que explora y ejecuta la potenciación tecnológica del objeto, sino que sus ideas abarcan un extraordinario e inédito componente humano, muy visceral, que encuentra su esencia en el gusto por una sólida estética visual.
El amplio y revolucionario universo creativo de Philippe Starck lo acercó a la familia Grohe, propietaria de la prestigiosa marca de productos para el baño HANSGROHE. Esta unión de talentos arrojó resultados tan inesperados como extraordinarios.
Revista Concepto: ¿En qué cosas se inspira?
Philippe Starck: Específicamente en lo que nos rodea. Alrededor de nosotros hay cosas asombrosas. Hay cosas invisibles. Como por ejemplo el aire.
R.C: El aire en paralelismo con el diseño es una especie de metáfora.
P.S: Claro, uno siente que el aire está allí, es casi palpable. Está en todas partes. Y, sin embargo, no lo ves, pero es vital para nosotros. También está el agua que es maravillosa, el agua es todo, y está completamente en armonía con nosotros. Elementos como esos me han servido de inspiración.
R.C: ¿Cómo ha sido su unión con la familia Grohe, propietaria de la marca HANSGROHE?
P.S: Durante varios años, he tenido el placer de trabajar con la familia Grohe. Desde hace un tiempo hemos estado trabajando juntos en el diseño de griferías. Todo empezó cuando Klaus Grohe vino a mí un día diciendo: “Sabes, Philippe, hacemos las mejores griferías. Pero es una pena que nunca vemos el agua. No jugamos con ella, no es una realidad viva”.
R.C: ¿Qué pensó usted de ese argumento?
P.S: Que Klaus había dado en el clavo. Ahora la pregunta era cómo podíamos hacer para que el agua se convierta en una realidad viva. Me refiero a nuestra agua diaria, el agua que usamos en el lavamanos. Así que trabajamos muy duro en ello. Entonces Klaus, que es un genio, tuvo una idea extraordinaria… Propuso un remolino que se formará en el interior de la grifería.
R.C: ¿Ese fue el origen de la grifería Axor Starck V?
P.S: Exacto. Ahora había que controlar ese remolino, hacer un diseño entorno a él, esculpirlo. Klaus Grohe se encargó de que el remolino fuera una realidad, mientras que yo me ocupé de dar una forma en torno a este. Así fue como presentamos al mundo una revolución del diseño, una pieza totalmente transparente que era capaz de encerrar un remolino.
R.C: Abstrayéndonos de lo puramente funcional, se puede decir que es un trabajo artístico.
P.S: Excepto que no es una escultura. Es la verdad de la vida.
R.C: ¿En qué punto se decanta por las figuras orgánicas?
P.S: Después de años mirando todos estos productos una nueva intuición vino a mí. Entonces me pregunté ¿qué es la vida? ¿Dónde está la vida? ¿Dónde está la energía de la vida? Y empecé a trabajar con un ángulo de visión diferente.
R.C: ¿Cuál fue la conclusión?
P.S: La vida es lo humano, lo natural, las plantas, y esas fueron las fuentes de inspiración para crear las griferías Axor Organics.
R.C: ¿Cómo materializó lo subjetivo de aquel concepto en sus creaciones?
P.S: La línea de un cuerpo es mágica, hay vida dentro, hay energía dentro y eso se plasmó en la forma de las griferías. Si uno ve la forma de un árbol, de una flor, son algo muy especial, y eso también se ve reflejado en la imagen de las griferías.
R.C: ¿Cuando ve el resultado físico de sus ideas cómo lo define?
P.S: Como una línea orgánica natural, una línea humana que transmite armonía, y esa percepción es justo lo que necesitamos.
