Si algo tenemos claro es que el planeta nos está pidiendo a gritos un compromiso más serio con el medio ambiente y la biodiversidad. De esta necesidad emerge la corriente conciencia natural. La pregunta ya no es ¿qué van a hacer por el planeta?, sino ¿qué voy a hacer yo para ayudar al planeta?
Todo esto parte de una filosofía muy sencilla, pero a su vez valiosa, que se ha enquistado en la mente de muchos activistas, e incluso de personas del común, ampliamente comprometidos con la causa ecológica: “no puedo hacer todo el bien que el mundo necesita, pero el mundo sí necesita todo el bien que yo pueda hacer”.
Esta tendencia influye en la mayoría de cosas que hacemos, e incluso tiene gran repercusión en nuestras decisiones de compra, ya que nos impulsa a decantarnos por marcas con sellos ecológicos y que demuestran responsabilidad ambiental y social.
Tecnología + ciencia = naturaleza
La tecnología y la ciencia son dos ramas con una relación muy estrecha que siempre han propendido por mejorar nuestras condiciones de vida. Hoy esa visión antropocéntrica ha cambiado. Ya la tecnología y la ciencia, en su versión más actual, no solo están a disposición del hombre sino también de la naturaleza. Encontramos países que trabajan vigorosamente por desarrollar fuentes de energía renovables y frenar el cambio climático; un gran ejemplo de esto es Islandia con su energía geotérmica, una fuente energética limpia capaz de abastecer a la economía global moderna.
Otro caso de renovación ambiental es la Ciudad bosque de Liuzhou (China); un espacio de 175 hectáreas, donde habitarán alrededor de 30.000 personas; se sembrarán más de 40 mil árboles y un millón de plantas, que actuarán como ‘pulmones verdes’ y absorberán grandes toneladas de CO2.
Sostenibilidad ambiental
Pensar que el progreso se va a detener o a ralentizar es ilógico; a medida que el mundo avanza y la humanidad crece surgen nuevas necesidades que deben ser suplidas, y por tanto la demanda y el consumo se hacen cada vez mayores. Frente a una situación que es irrefrenable la solución más idónea es lograr la sostenibilidad ambiental. Esto significa encontrar un equilibrio entre lo que se consume, lo que se produce, lo que se recicla y obviamente siendo mucho más considerados con los recursos que ofrece el planeta. A esta estrategia se suma la economía circular, cuyo propósito es evitar que el consumismo nos gane la partida.
Algunos ambientes inspirados en la tendencia Simbiosis