Agradecimiento a Kéré Architecture por la información y fotografías.
En un mundo que avanza con prisa, el arquitecto Francis Kéré, nacido en Burkina Faso y premio Pritzker 2022, nos recuerda que construir también es un acto de memoria, de conciencia y de comunidad. Su visión se inspira en el respeto por los materiales locales, el saber ancestral y la sostenibilidad cultural, por eso sentimos que dialoga profundamente con la esencia de MERAKI: una colección que exalta el valor de lo hecho con alma, con intención y con un compromiso auténtico hacia lo natural y lo esencial.
En esta edición, conversamos con este gran referente de la arquitectura contemporánea, cuya obra ha logrado algo más que reconocimiento global, ha dejado una huella que inspira a habitar de manera más consciente.
¿Cómo fue el camino desde su aldea natal hasta el escenario global?
Fue un camino de muchos obstáculos, pero también de mucha esperanza. Vengo de un lugar donde no había ni una escuela decente. Y aun así, mis padres creían en la educación. Me enviaron lejos para estudiar, con todo el sacrificio del mundo. Nunca imaginé estar donde estoy ahora. Pero nunca olvidé de dónde vengo. Ese origen humilde me dio fuerza, dirección y una razón para seguir: devolver algo.

¿Qué ha aprendido construyendo en condiciones de escasez?
He aprendido a ver la escasez como una fuente de creatividad. Cuando tienes pocos recursos, tienes que pensar de forma más inteligente, más humana. No se trata de lujo, sino de impacto. He aprendido a valorar lo esencial: la sombra, la ventilación, la conexión con el entorno. A veces, con menos, puedes crear más significado.

¿Qué papel juega la arquitectura en el cambio social?
La arquitectura no es solo construcción. Es una herramienta poderosa para empoderar, educar y crear identidad. Cuando construimos una escuela en una aldea sin recursos, no solo estamos levantando paredes. Estamos diciendo: ‘Tu futuro importa. Tu dignidad importa’. La arquitectura puede ser el primer paso hacia la transformación social, porque convierte lo invisible en visible: el potencial, el valor de la comunidad, su capacidad de soñar.

¿Cómo define el éxito en un proyecto arquitectónico?
No mido el éxito por premios ni publicaciones. Para mí, un proyecto es exitoso si la comunidad lo usa, lo cuida y lo ama. Si después de varios años los niños aún juegan allí, si alguien dice: ‘Aquí me siento bien’, entonces fue un éxito. La arquitectura debe crear pertenencia. Sin eso, es solo una forma vacía.

¿Cómo integra las técnicas tradicionales en sus proyectos?
Crecí con la artesanía local y tradicional. Siempre ha sido parte de mi vida, así que convertirme en arquitecto me permitió usar ese conocimiento para dar forma a los edificios. Digamos que he aprendido a usar herramientas modernas, tratando de mejorar los materiales que están disponibles localmente y mejorar la forma en que los locales construyen mientras mantienen sus técnicas tradicionales de construcción.

¿En ese sentido qué papel juegan los materiales locales en su arquitectura?
Trabajo con materiales locales, como la madera y el barro, aunque mis edificios deben tener una articulación moderna. La comunidad local a menudo identifica los materiales tradicionales con una etapa premoderna de desarrollo. Involucrar a las personas significa enseñarles habilidades de construcción modernas, que luego necesitarán para mantener el edificio. Además, los materiales locales son ideales para enfrentar los desafíos climáticos de la región: el barro mantiene el calor fuera del edificio y estabiliza la temperatura interior, lo cual es ‘mejor que la climatización artificial’.

¿Qué desafíos ha enfrentado al usar materiales locales como el barro?
El principal reto ha sido cambiar la percepción. El barro en África se asocia con la pobreza. Pero yo lo veo como un recurso con alma. He tenido que demostrar que con técnica, conocimiento y respeto, ese material puede dar lugar a edificios hermosos, duraderos y cómodos. Se trata de dignificar lo propio, mostrar que lo que tienes en tu tierra vale.

¿Cómo integra la tradición y la modernidad en su arquitectura?
No creo en romper con la tradición. Creo en evolucionarla. La modernidad no debe imponerse como una capa extranjera, sino surgir desde dentro, desde lo que la comunidad ya conoce y valora. Por eso parto de formas, materiales y costumbres locales, y las reinterpreto con nuevas técnicas. Es un diálogo, no un reemplazo. Así, la gente reconoce algo suyo en cada proyecto, aunque sea contemporáneo.

¿Cuál es su enfoque hacia la sostenibilidad en la arquitectura?
Hoy en día, la noción de sostenibilidad ha perdido gran parte de su significado debido a interpretaciones deshonestas y estrechas. Pero, por supuesto, sigue siendo una de las búsquedas más importantes en el campo de la arquitectura. Para hacerlo de manera que no sea solo una declaración superficial, es importante entender un enfoque de diseño sostenible como uno que abraza una complejidad de elecciones. Se requiere una especie de pragmatismo informado por compromisos cuidadosamente equilibrados. Un compromiso con la localidad donde se construye requiere no solo la consideración de los aspectos ecológicos, sino también los aspectos sociales y económicos de la sostenibilidad. Esto puede variar ligeramente según la geografía. No existe una solución única para la arquitectura sostenible y el uso de la tecnología.

¿A pesar de los avances cree que todavía existe una visión algo estrecha de la sostenibilidad?
La sostenibilidad no es una moda, es una necesidad. Pero no se trata solo de paneles solares. Es construir con sentido común: usar lo que tienes cerca, adaptarte al clima, reducir el consumo. En África, hemos hecho arquitectura sostenible durante siglos, por necesidad. Hoy, el mundo necesita mirar hacia esas soluciones ancestrales y aprender de ellas. La sostenibilidad también es cultural.

¿Qué importancia tiene la educación en su trabajo?
La arquitectura puede enseñar, incluso sin palabras. Un edificio puede decir: ‘Aprender es importante’, ‘Tu cultura vale’, ‘Eres parte del mundo’. Por eso mis escuelas están bien ventiladas, iluminadas, construidas con materiales locales y con la comunidad. Son un acto pedagógico desde la forma, desde cómo se hacen y cómo se usan.

¿Qué sueña para el futuro de la arquitectura africana?
Sueño con una arquitectura africana libre de complejos. Que no imite modelos extranjeros sin sentido. Que celebre su clima, sus materiales, su gente. Que sea innovadora sin perder la raíz. África tiene una tradición constructiva rica, sabia. Lo que necesitamos no es importar ideas, sino traducir nuestro propio conocimiento en propuestas contemporáneas. Allí está el futuro.

¿Qué consejo le daría a los jóvenes arquitectos del mundo?
Que escuchen. Que miren más allá del diseño como ego. La arquitectura no es una firma, es un servicio. Escuchar a las personas, entender sus necesidades reales, dejarse tocar por la vida cotidiana. Ahí es donde está el verdadero valor. Y también les diría: confíen en su cultura, en sus raíces. No necesitan copiar nada. El futuro será de quienes construyan desde su identidad.




